(Collage y texto publicado el 7 de Abril del 2020)
En el mundo de las siluetas no hay días de primavera. La noche reina desde hace ya un tiempo, y muchas no saben decir exactamente desde cuándo no ven un rayo de sol. Las más lánguidas preguntaban qué era el sol, las apresuradas no parecían tener tiempo de pensar la respuesta, las esclarecidas contaban sobre la luminosidad en historias de antaño y las más contorneadas se reían de una pregunta tan sin sentido.
Con toda razón, pues su normalidad es la oscuridad. La noche es el manto que invisibiliza sus pasos, sombrea sus rostros y esconde la estela del contorno de sus cuerpos en movimiento. Aunque mágica por estos poderes, la oscuridad también les hacía caer hasta el piso ante la mirada de las tinieblas. Cuando caían, un estruendoso ra-ta-tá, seguido del desplome en seco de una silueta caída. Y ahí quedaban al descubierto, fulminadas con la ceguera que deja una granada de luz.
Las siluetas fugitivas eran las más buscadas, pues eran las que se atrevían a andar los caminos más largos. Se sabía de ellas por los numerosos estallidos que sonaban en el silencio sepulcral de la oscuridad. O porque habían logrado imitar por completo la negritud de la noche, sin contornos visibles o con márgenes más rápidos que la mismísima luz.
Como todas las noches, las siluetas salieron ayer para seguir andando. Todas a su paso, pero acelerando un poco, las luces hoy estaban más brillantes aún y ya entrada bien la noche. De pronto, chasquidos frenéticos de luz, tric, tris, tric, tris, verdes, rojos, azules y morados tan brillantes como si de pronto la noche suspendiera las labores. El tiempo se paralizó por unos segundos, una lucecilla hipnóticamente hermosa pasó a lado de todas las siluetas y les dijo: ¿ya viste quién te mira desde las tinieblas de allá arriba?
Descripción de collage: Dos imágenes. Una fotografía que yo tomé con vista a la calle desde el confinamento y otra imagen con un agujero negro en el espacio.
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