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Writer's pictureLady Viva

¿A DÓNDE MIRAR EN TIEMPOS DE PANDEMIA?

Updated: Jun 5, 2020


Mirada fija. Autorretrato. 2020

(Fotografía y texto publicado el 30 de Marzo del 2020)


En el año del 2020, la pandemia nos hace pensar en los mundos distópicos. Aquellos que subsisten sobre la tierra marchita que no sólo niega el sustento de la vida sino la germinación de su lucha. Lugares que parecían muy lejanos, hogar de la desgracia de otros y la desdicha de los desafortunados. Lejos, pero tan lejos que para muchos sólo se encuentran en los cuentos de ciencia ficción.


Y de pronto, nuestro mundo se puso cabeza abajo. El enemigo es invisible, contagia a muerte y los héroes intentan contenerla en medio del tufo a cadáver que emana del suelo y las paredes del sistema de salud. Pero bueno, entre tanto muerto incomoda andar buscando la fuente de ese olor a exterminación. Igual viene desde el remoto allá o igual desde aquí adentro.


Da igual, el día del milagro llegará al final de todo este cuento. La cura nos dará nuestro final feliz. Mientras tanto leyes marciales, la autoridad está en las calles, en los hogares, tic tac, terror que se justifica perpetuamente. Las enzimas nos han estado comiendo las membranas celulares, pero todo estará bien. La promesa está al final cuando el cuento termina, se apaga la pantalla y todos seguiremos con la vida que es a pesar de a saber qué o quiénes.


Es el 2020 y preferimos la sorpresa de la ficción que la antelación de las evidencias. La primera nos hace saltar del sillón mientras que las segunda requiere de mucho más sacrificio. Empezando por reconocer que la distopía vive en el mundo que habitamos. El sistema capitalista es criminal y está dispuesto a todo; hasta poner toda la vida existente en peligro por capital.


Sólo falta husmear un poco afuera de casa para darse cuenta que huele a podrido, huele a un siglo de descomposición apilada. Explotan la tierra, desalojan los hogares, fuerzan a migrar y arrancan las ropas para extraer hasta la última gota de agua dulce que quede en los cuerpos que no valen nada. La bomba del capital patriarcal a punto de explotar, amenazante y culpabilizando a aquel que explota porque su destino estaba en la muerte.


Sacar bien la cabeza de la ventana, mirar la lejanía como estuviera a lado de tu casa. La violencia criminal, la precarización de los servicios básicos, el colapso energético, el hambre, la enfermedad, las migraciones, la angustia y el terror constante. En este mundo la gente sobrevive en esta vóragine de deshumanización que luego se mira como si fuera otra de Hollywood. El cuadro completo. No podríamos estar más perdidos.


Este es nuestro siglo XXI. El siglo del desamparo. El siglo que carga con los siglos pasados, los cuales nos han dejado al margen, a la orilla, a mantenernos como simples expectadores o víctimas de su codicia. La pandemia hoy para a gran parte del mundo, una oportunidad para recuperar la mirada, salvarnos de la esperanza en que llegue ese salvador que se las ingenia para arreglarlo todo en el último minuto.


Si nos fijamos bien, la realidad no sólo es apabullante, también nos muestra la fortaleza de lo que sigue vivo, que resiste, que crea, que se organiza y que construye otros mundos para dejar la vida se expanda hasta donde quiera y como ella lo quiera. Que nos hagan pensar en mundos utópicos, que nos permitan caminar, flotar, reír y disfrutar del vivir. Que nuestra corta estancia como humanos sea legado de una larga y buena vida para la humanidad.


Después de esta pandemia, las cosas no van a estar bien. Tampoco pretendemos regresar a la normalidad, o mejor dicho, a la muerte. Pero, si, movemos la mirada, cambiamos el caminar y nos preparamos, algunas cosas podrían salir bien.

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